16/septiembre/15.-La noche de ayer se presentó el libro “El Visitante” por el regiomontano Tomás Arroyo López, donde muestra una nueva versión de la Historia Universal que hemos conocido desde siempre por disposición de la mitología cristiana, en el Museo de la Lealtad Republicana Casa Juárez.
La novela busca aclarar desde su asombrosa imaginación la confusión emocional en la que se vive “y presenta la estructuración renovada de las creencia, cambiará su historia y permitirá atisbar los cambios inminentes en la humanidad”, escribe sobre la obra, Luciano Campos.
Como moderadoras fue Gisela Franco y los comentarios sobre la obra corrieron a cargo de Georgina Castro y Dora María Fernández.
“El Visitante” es un texto lleno de misticismo que aporta una serie de verdades que rompen con toda enseñanza. Tomás utiliza ingeniosos artilugios para presentar, a través de su eje de narración, su propia carga ideológica y la percepción de su entorno presentados como espacios físicos y no físicos.
“El reto para esclarecer la ecuación metafísica no es sencillo, pero el autor consigue aterrizar todas y cada una de sus propuestas y apotegmas mediante el uso de símiles referencias”, continúa en su escrito Luciano Campos.
En realidad lo que se lee en las páginas es una novela, con literatura que se aventura en los terrenos siempre inquietantes del cuestionamiento de las creencias, en pocas palabras “El Visitante” reta las creencias, no busca destruir la fe instalada, pero si cuestiona sus mitos y nos recuerda que no todo es obra de Dios.
Tomás Arroyo López nació en Monterrey, Nuevo León el 18 de agosto de 1957 y estudió la carrera de Contador Público y Auditor en la Universidad Autónoma de Nuevo León. Desde pequeño dio múltiples muestras de no estar conforme con las enseñanzas que escuchaba en la iglesia.
“El visitante”, es un libro que pretende despertar consciencias para que los posibles lectores puedan ubicar de forma consciente el manipuleo que utilizan los principales líderes económicos, sociales, políticos y religiosos para mantenerlos en la mansedumbre y el conformismo que a ellos conviene.
