Crónicas de Avalos

Recopilación del Periódico Impreso Tercera Edad , año 2003

 

Crónicas de Avalos

Por: Librado Reza Barrio

 

En aquel hermoso y tranquilo Pueblito de Avalos, lleno de historias, leyendas y bellos recuerdos, con su gente entusiasta y laboriosa que formaban una familia solidaria tanto en sus quehaceres como en su trato afable y manera de vivir. Semillero de grandes valores ya fuera en lo cultural, artístico o deportivo, de ahí surgieron grandes hombres columnistas y cronistas como Héctor Manuel Prieto Z., Alejandro Pérez de los Santos, Carlos Ubaldo Reyes Hidalgo y Vicente Moreno, que era el encargado de dar a conocer las noticias frescas a la localidad entre otros muchos escritores.

En el deporte, quién no recuerda a aquellos grandes beisboleros como Juan Manuel “Soto Venegas” “ El Conscripto Jaquez” Jesús “Queso González” y muchos más y que decir de los grandes cantantes de la talla de Polo Montañez con su voz privilegiada que junto con Javier Huerta, dan continuación al famoso y muy querido dueto “Los dos Reales”, la cantante de voz bravía y bien timbrada, Andrea Salas, Lidia Gallegos y Marco Rodríguez, entre muchos otros.

No todo fue bonanza y alegría y como todo en la vida, también hubo sin sabores y tragedias; quien de los que vivimos esa época no recuerda los turbulentos días, cuando en 1935 un grupo de mineros de la Cía. Asarco que trabajaban en Avalos, apoyados por Maestros, demandaban ayuda económica para sus familias en demandas de mejores prestaciones se lanzaron a huelga; primera en su tipo y que al final fue ‘ ganada por los trabajadores.

Un señor de nombre Fernando Sígala y que aún vive para contarlo fue el comisionado para subir a la cumbre del tronerón en compañía de otros trabajadores para colocar la bandera rojinegra. Duraron más de una hora para subir sin más equipó de protección que el ir pisando la escalinata; el señor Sigala trabajaba en el Departamento de Pailería. Anteriormente muchos otros escalaron la cumbre, desde luego los que lo edificaron, otros en el desempeño de su trabajo como lo fueron una cuadrilla de Canadienses entre ellos una mujer fueron los que lo pintaron ya que anteriormente era de color ladrillo, también un señor de nombre Alfonso Romero subió hasta la altura y parado en el último descanso del gigantesco tronerón, se quitó la camisa y el sombrero, los aventó saludó a los cuatro vientos, se persignó y se lanzó al vacío. Dicen los que lo conocieron que una decepción amorosa fue lo que motivó a tomar tan fatal determinación. También un hombre de apellido Rodríguez se tiro de una pila granular trás de haber estado trabajando en un horno a una temperatura infernal, se lanzó en mortal clavado muriendo instantáneamente. Otro señor de apellido Deoses falleció al ser alcanzado por la carga de una olla de lava que el motor iba dejando al grasero. Un accidente más sucedió a un señor, no recuerdo su nombre que al estar trabajando vio que una garza se paró en un poste contiguo a su departamento y pensó aquí está un suculento platillo y como el poste era de  fácil acceso subió pero al ir a cojerla de las patitas hizo contacto con los alambres de alta tensión y cayó fulminado.

Muchos accidentes acontecieron durante toda la trayectoria de este importante centro de trabajo pero uno que siempre me ha llamado mucho la atención y admiro su energía física, su optimismo y su estado de ánimo es el de un gran amigo y vecino de nombre Don Juan Laredo y que se desempeñó en el departamento de tostadores y que por azares del destino, en el desempeño de su trabajo, un pesado molino le amputó desde el hombro el brazo derecho, pero en ningún momento se acobardó y conosadía con el otro brazo los sostuvo ya que estaba prendido tan solo de un nervio y arrancó corriendo a pedir auxilio hasta la Clínica que estaba a algunas cuadras del Centro de trabajo, le prestaron los primeros auxilios para pasarlo de inmediato a practicarle la cirugía correspondiente. Muy pronto se recuperó y a pesar del accidente y ya a su avanzada edad, lo vemos activo y con muy buena salud, desempeñando sus labores cotidianas.

Mucho se puede hablar y escribir sobre éste querido terruño que a pesar de todo no ha muerto porque sus recuerdos siguen grabados en nuestras mentes y palpitaban con fuerza en el corazón de todos los Avalenses.