“¡El Heraldo y La Voz, tu hermana con dos!”

A partir de esta semana reproduciremos las notas más relevantes del periódico impreso Tercera Edad que circulo por más de 20 años en esta capital.

Tercera Edad 2006

 

Notas de cuaderno

“¡El Heraldo y La Voz, tu hermana con dos!”

Por: Oscar Hernández Licón

«Está avenida Libertad yo la conocí a la perfección en los años cuarentas cuando vendía periódicos… ante todo, el tramo de la Vicente Guerrero a la 5a., que era «mi terreno de venta»»- nos dice Eduardo Fan Fan Ramírez.

«A las cuatro de la mañana los voceadores íbamos a hacer «cola» al Heraldo, en la Ojinaga entre 7a y 5a, donde nos atendía Epigmenio Roblado, Jefe de Circulación; llegué a vender 60 periódicos con 22 entregas, costaba cada ejemplar tres centavos y lo dábamos a cinco centavos… a las seis de la mañana empezaba a gritar, en la Libertad y Guerrero, ¡El Heraldo y La Voz, tu hermana con dos! Pues así gritaban otros chamacos más grandes».

«Empezaba en el Hotel Francés, que estaba en la esquina, y abajo, era la cantina Salón Iturbide de don Alfonso Wilchis; la barra era muy grande y entraba mucho militar pero, por orden de la 5a. Zona/debían entregar sus pistolas al cantinero… seguía un puesto de madera de Leandro Esparza que vendía revistas, por ahí vendía tacos doña Aurora, tía de Sacramento Benítez, el sitio de autos 622 donde trabajaba un chofer que le decían «el mayor de la Vega» y traía un Plymouth, luego la Casa Mexicana de Música del señor Ramos donde había dos pequeños cubículos de madera y, con audífonos, se oían los discotes que se quisieran comprar… la Casa Revilla de don Nayo y, como empleado, el Pacala Carvajal… Velarde Hermanos que vendían material de construcción, Zapatería El Paje con Vicente Cobos de Gerente y la dueña era la señora Eustolia Legarreta… el Hotel América y, en su parte baja, la fotografía de don Raymundo Ramírez, la tienda de ropa La Sorpresa de la familia Olivier y, a la vuelta, por la 5a, el doctor alemán Federico Stoven donde nos subíamos a una ventana a ver un esqueleto humano, que tenía colgado del techo».

«Volviendo al Salón Iturbide, por la acera de enfrente, estaba la cantina Salón Cuatro Vientos de don Vicente Seijas y el que hacía las botanas y las servía, era Maurilio Ramos Seijas, seguía un cuartito angosto donde vendían sodas y pacharelas, estando entre sus clientes, un chamaco llamado Alberto Montoya… la Foto Chic, del señor Terrazas, Zapatería La Central de Nacho Gurrola que vendía botas vaqueras y reparaban calzado; la Talabartería Calzado y Pieles de la familia Madrid, donde las pieles curtidas olían muy mal; Palas Atena, de la familia Delgado, luego, la parte posterior del Edificio Victoria, Mueblería Villarreal de don Lázaro, las oficinas de la Lotería Nacional, la Zapatería Víctor de don Víctor Alcalá». «También vendía La Antorcha del señor Uranga y los sábados El Tomochi del señor Robles, ambos los imprimían en un taller de la Morelos y 3a.»

“Cuando gritaba por el Hotel América, a veces se asomaba por una ventana de arriba, el español José de la Riva, en pillamas y bonete, y también gritaba: «¡hombre, cab…, vete a otra parte a gritar, no dejas dormir! Y es que él era el administrador del hotel y ahí vivía».

 

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