José Mojica Actuó en el Cine Chihuahua

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José Mojica Actuó en el Cine Chihuahua

Por: Osca Hernández Licón

 

Periódico Tercera Edad del año 2002

Pues… demolieron los Cines Chihuahua y Olimpia y quedó un gran terreno que es, o va a ser, parte de la macroplaza e inevitablemente, nuestros pensamientos retrocedieron a los años sesentas en que inauguraron el primero.

Y qué raro nos pareció cuando, años después, el edificio se acondicionó para que hubiera, ahí mismo, otro eme igual, como si fueran hermanos cuates… recuerdo la aglomeración del domingo en que se estrenó la película El Principio, filmada en escenarios locales y con la participación de muchos chihuahuenses habilitados como extras… qué algarabía se hacía cuando salía algún conocido, en la pantalla.

Y las veces en que, el Chihuahua, se vistió de gala para ceremonias políticas y al OIimpia para eventos artísticos; ahí se presentó el tenor Fray José de Guadalupe Mojica, otrora famoso actor de cine que dejó grabada, en discos de pasta para fonógrafos, su belfa voz en la inmortal melodía Júrame.

Bueno y, antes de los cines, ¿qué hubo ahí? lo más relevante, quizá, fue la Quinta Ketelsen cuyos propietarios, alemanes, cuidaron con esmero, ante todo, su bonito jardín y su llamativa fachada, que causaban admiración. Pero, también le llegó el tiempo de la demolición y, en su lugar, surgió un edificio de dos pisos con unos Boliches, y dos salones de baile: El Palomar y el Blue Room, éste, de Alfredo Miledi.

En la planta baja estuvieron los Boliches (al entrar estuvo una fuente de sodas – Restaurant “El Caballo Bayo’” ), escenario que dejó huella en el deporte chihuahuense ya que, en sus mesas, se efectuaron importantes torneos; entre aquellos equipos destacaron la Empacadora de Chihuahua y el de la Coca Cola y los bolichistas: Héctor Raynal, Nacho Anaya, Roberto lujan, Wenceslao Iberry y otros, tuvieron muchas noches de gloria con sus certeros tiros.

El Palomar estuvo atrás de la planta baja y tuvo una parte de jardín que lo hizo lucir mucho y ser de agradable ambiente. Para entrar al Blue Room hubo una escalera angosta y, desde la entrada hasta el salón, todo estaba a inedia luz… la agradable voz de Meny Marmolejo o la trompeta del gran Roy Ramos, se escuchaban al subir los primeros escalones… el Meny fue pilar del elenco artístico por mucho tiempo.

Una noche, al salir de los juegos de basquet del Quevedo, mi amigo Enrique de León y un servidor, cruzamos la calle para curiosear y tomar un refresco en la fuente de los Boliches, cuando entró la cantante puertorriqueña, entonces de moda, Virginia López, La Voz de la Ternura, para actuar en la variedad del Blue Room… le pedimos y, muy amable, nos dio su autógrafo pero… nos fuimos a escuchar su «amorcito azucarado que sabe a bombón” a la rokola del bar Monte Carlo.

Saliendo de los cines, se podía abordar un carro a casa pues, ahí estuvo el Sitio 94 que, en su planta de choferes, contó con los servicios de los señores Ernesto Antillón y Octavio Palomino. Por ahí, visitábamos a la famosa Lolita, para saborear ricas pacharelas con refresco, en su local lleno de estudiantes que iban o venían de participar en alguna bronca estudiantil en el callejón, a espaldas de los cines, por la Escorza y 13, un lugar muy popular llamado “los tres codos”, donde los, y no, estudiantes, dirimían sus diferencias a golpes.

¿Y los vendedores ambulantes? Nunca faltan. Ahí estuvieron Enrique (ahora está afuera del Bar Guachochi), con sus sabrosos lonches de jamón, queso o chicharrón y el Meny con sus aguas frescas y frutas rebanadas.

Pues sí, demolieron los cines Chihuahua y Olimpia pero, en ese enorme espacio, recordamos a toda esa gente con la que convivimos mucho tiempo…