Recopilación del Periódico Impreso Tercera Edad , año 2003
La Capilla de Santa Rita
Datos: Guía Histórica de la Ciudad de Chihuahua (Fco. R. Almada)
Segunda Parte
Por: María Elena Verduzco
El Gral. Orio y Zubiate se estableció en el Real de San Francisco de Cuellar (Chihuahua) en el año de 1713 trayendo consigo a su familia. Cuatro años más tarde arribó D. José de Aguirre y su esposa Doña Nicolasa, siendo llamado el primero por su suegro para que le ayudara en la administración de los negocios mineros que tenía encaminados en Chihuahua y Santa Eulalia.
A raíz de la fundación de estas poblaciones, el Pbro. José García Valdez compró al Capitán Juan de Perea 22 barras de la mina de “San Antonio”, y puso esta representación en manos de su hermano Antonio para que la explotara y le ayudó a montar una Hacienda de beneficio de metales a extramuros de la Cabecera, que aunque la manejaban y administraba el segundo, fue popularmente conocida como la Hacienda del Cura. Poco después de haber arribado a Chihuahua el General Orio, compró la Hacienda expresada y en 1718 la puso en manos de su yerno el Sr. Aguirre.
Muerto el .general, la Hacienda paso definitivamente a su hija Doña Nicolasa y la mantuvo al corriente hasta el fallecimiento del Sr.-Aguirre, ocurrido en 1728.
En febrero del año siguiente la señora contrajo matrimonio con Don Juan José de Urrutia, quien se hizo cargo d$ la administración de los negocios de su esposa. Dicho señor era originario de la Cd. de México y había sido administrador de las Haciendas del Sauz y de Encinillas que pertenecían a los herederos del General.
Al encontrarse enferma de gravedad, Doña Nicolasa mandó llamar al Escribano Real y de Cabildo, D. Juan de Bonilla y con fecha 31 de marzo de 1730 otorgó su testamento, dos de sus cláusulas expresan lo siguiente: “.. Item, es mi voluntad se abre una capilla en la parte más cómoda de la vivienda de mi Hacienda de sacar plata que está a extramuros de esta Villa, que comúnmente llaman del cura, su fábrica de adobe, su techo de vi lletas, su vocación y título de Santa Rita, para que en ella se celebre el Santo Sacrificio de la Misa, en donde los operarios de aquella hacienda y demás vecino gocen de este beneficio y sus gastos y costos de todo lo necesario se saquen del quinto de mis bienes, que así es mi última y postrimera voluntad. Item, es mi voluntad que sacados los costos y gastos precisos por derecho de impuestos y los de la capilla, mi esposo D. Juan José de Urrutia me herede con el quinto de mis bienes…”.
Doña Nicolasa se restableció y sobrevivió quince años a su testamento, habiendo fallecido el 5 de agosto de 1745, fue sepultado su cadáver en el templo de la Compañía de Jesús, donde descansan los de sus familiares. Sin embrago, La Capilla de Santa Rita había sido edificada y se terminó en mayo de 1731, otorgándose la bendición el día de la Santa a quien estaba dedicada.
De acuerdo con los deseos de la fundadora, esa capilla se dedicó única y exclusivamente para el objeto indicado en la cláusula testamentaria anteriormente inserta y jamás fue templo de servicio público. Por costumbre que se hizo tradicional, el 22 de mayo de cada año se celebraba una fiesta religiosa dedicada a los propietarios y a la gente que dependía de su servicio.