Por : Yolanda Joannis Fierro
Periódico impreso de la Tercera Edad
Febrero/2016
Discutíamos con mis amigas, si la nieve que ahora comen los muchachos era mejor que la de nuestro tiempo. Bueno, por supuesto, la de antes, al menos para mí, no tuvo semejanza alguna.
Es verdad que ahora la nieve que se come y que los muchachos disfrutan, utiliza mayor número de sabores. Bueno hay algunos locales que ofrecen hasta la nieve “light”, y anuncian que se coma en abundancia porque no se engorda con ella.
En mi tiempo, la nieve se hacía principalmente de sabores naturales. Si era el tiempo de los mangos, la nieve era de mango. Si había papaya, la nieve era de ese sabor al igual que de nuez, de piñón o de plátano.
Bueno, era tan diferente aquella, que los fabricantes no molían complemente la fruta sino que dejaban pequeños trozos para que pudiéramos disfrutarla.
Claro que algunas de mis amigas no estuvieron de acuerdo y alegaban, sin dejar de tener razón, que la nieve, en términos generales es la misma, y lo único que la diferencia, era que el estómago nuestro, mucho más joven entonces, aguantaba más, como aguantan los estómagos de los jóvenes de ahora.
Bueno, son argumentos de algún valor, aunque yo en lo personal no dejo de extrañar la nieve de la Luz del Día o de la Olimpia, que la disfruté al lado de mis amigas de la escuela y que en algunas fiestas , se compraba una barrica y se distribuía como si se tratara del postre más exclusivo.
Las famosas “Carolinas” de la dulcería Parral en la calle Aldama, frente al cine Estrella, eran deliciosas aunque reconocíamos que se trataba de leche malteada con un sabor natural o chocolate y se congelaba para convertirla en la delicia de aquel tiempo.
En casa, mi papá compró una “garrafa” y cuando teníamos alguna fiesta, la preparábamos para ofrecer a nuestras amistades la nieve que quisieran, aunque, la de limón y mango ocuparon siempre los primeros lugares.
Hasta la fecha tengo otra garrafa más moderna y mis nietos me reclaman la nieve cada verano.
Todo esto tiene relación porque mis amigas o yo defendemos con pasión los gustos de nuestro tiempo. Lo que nosotros disfrutamos y gozamos así como los jóvenes de ahora hacen lo mismo con la nieve moderna.
¿Y de las paletas que comprábamos en la calle?….Bueno recuerdo aun a un señor que nos vendía los famosos “helados”, que sacaba de unos moldes de lámina y nos los entregaba con un trozo de papel, siempre de leche con sabor vainilla.
Ahora aquello contrasta mucho porque en el mismo carro o en la peletería de la esquina, nos entregan las paletas de “agua” o de leche y estas, eran variadas y sabrosas.
Claro que cuando íbamos al El Paso y aprovechábamos la oportunidad de comprar nieve, que aun en aquel tiempo eran deliciosa y muy diferente a la que comíamos aquí, más parecido a la nieve actual que se hace con leche de polvo y saborizantes.
Tanto las de antes como las de hoy, tienen cada una su encanto…