Los Estilistas por poco acaban con los Peluqueros

Recopilación de las notas más relevantes del Periódico Impreso Tercera Edad que circuló por mas de 20 años

 

Los Estilistas por poco acaban con los Peluqueros

Por: Octavio Páez Chavira

Periódico Tercera Edad del año 2004

 

Los estilistas libraron una sorda batalla contra los peluqueros que debieron modernizarse ante el temor de ser borrados del mapa.

Nuevos Cortes principalmente de los jóvenes hicieron que el viejo peluquero fuera perdiendo su clientela.

Sin embargo hoy en día las aguas parecen ya tranquilas y tanto unos como otros recobraron su movimiento tradicional.

Sin embargo habría que reconocer que hará 30 años las peluquerías El Imperio, el Palacio Hilton. Cobos, El Arte y otras constituían la vanguardia en materia de corte de cabello. Todas esas ya desaparecieron.

Ahora las más antiguas quizá sean la Modelo de la Avenida Ocampo entre Victoria y Libertad; “Los Tilines” de la avenida Ocampo y Décima, “La Moderna” frente a la Plaza de Toros y la Futurama de los Hermanos del Castillo entre otras.

El arte de cortar el cabello ha evolucionado. De la antigua máquina manual se brincó a la eléctrica. La jabonera y los asentadores de cuero se usan poco en la peluquería moderna, bueno hasta “el caramelo” color blanco, azul y rojo que identificaba a la peluquería desapareció también.

En las peluquerías de Postín de Chihuahua donde acudían los Gobernadores o los hombres más acaudalados generalmente en el primer cuadro de la ciudad, las peluquerías lucían elegantes. Los peluqueros con una bata color blanco atendían con esmero a su clientela mientras que una joven les arreglaba las uñas de las manos. Se preparaban las toallas calientes y se rasuraba con esmero. Acudir a la peluquería era una tarea que se hacía cada semana. Se aseaban los zapatos y se daba masaje en la cara de los clientes.

Todo eso es parte de la historia. Ahora la clientela se divide entre peluqueros y estilistas. El trabajo se hace en 15 minutos y rasurar es algo imposible, desusado.

Sin embargo seguir al peluquero es una tarea originada en el buen gusto.