“Momento, mi General venimos por nuestra voluntad”: Lic. Miller

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“Momento, mi General venimos por nuestra voluntad”: Lic. Miller

Audiencia a los alumnos del Instituto Científico Literario

 

Periódico Tercera Edad del año 2007

Aquella mañana del mes de agosto de 1938 un grupo numeroso de alumnos del Instituto Científico y Literario se presentaron inesperadamente en las oficinas del general Agustín Castro comandante de la V Zona Militar situados en el Palacio Federal.

Ante el nerviosismo del militar uno de los jóvenes le aclaró que la visita serviría para informarle que todos los alumnos del Instituto empezarían en ese momento una campaña de difusión sobre la expropiación petrolera ordenada horas antes por el presidente Cárdenas.

La verdad era que el general Castro pensaba que la presencia de los alumnos obedecía a otro motivo, pero nunca se imaginó que se trataba de un acto de tan profundo contenido patriótico.

«Momento, mi general venimos por nuestra voluntad a informarle lo que vamos a hacer a partir de hoy» el de la voz cantante en el grupo de estudiantes fue el joven José R. Miller Hermosillo quien años después sería rector, Notario, procurador, etc.

Aquella lección de civismo que relata el libro «Historias del Camino de Chihuahua» escrito por el señor Bonifacio Martínez sirvió para dar una gran lección al General quien comprendió que esa forma tan sencilla no era fruto de la exaltación juvenil sino de la herencia patriótica expresada con dignidad.

La contestación empezó con un «a caray» eso que me hacen saber es muy diferente a lo que yo pensé y mi sorpresa es del tamaño de la cantidad de alumnos del Instituto. Lo haré saber a mi superioridad de manera personal en una decisión que lo conmovió.

Los alumnos acordaron también ir a la estación de radio de don Ramiro Uranga y entrevistarse con Francisco Ernesto Durán para que los ayudara en la promoción.

Antes de eso en los pasillos de la plaza Hidalgo frente al instituto empezaron las reuniones de alumnos comentado la decisión del presidente Cárdenas y la manera en que ellos como alumnos deberían tener.

Acordaron tras de una serie de deliberaciones acudir al Palacio Federal y entrevistar al comandante de la zona para informarle lo que habían decidido: promover entre el pueblo el conocimiento y trascendencia de la expropiación petrolera.

Los expositores serían los estudiantes Nacho Irigoyen y Pepe Miller pero al final este último fue quien llevó solo la voz cantante.

Ahí decidieron comisionar al joven Allande para que avisara al doctor Luís Estabillo que los alumnos no irían a clase.

El comisionado avisó al director y este impresionado también por la decisión de los alumnos se dio por enterado informándole al secretario profesor Pedro Gómez Rodríguez que sus alumnos no irían a la clase siguiente.

Terminada la audiencia con el general este acompañó a los estudiantes hasta las puertas de la zona.

El relato final contenido en el libro de Bonifacio Martínez es el siguiente:

«En el umbral del edificio esperaba aquella figura que el tiempo iba consumiendo y afilando más su rostro; en una discreta posición de descanso, que en el lugar de espadín o fusil sostenía en las manos dos libros, ¿qué mejores armas contra la incultura? Al llegar, pronto lo rodearon y dominó la pregunta del señor director: ¿Cómo les fue? Cual si estuviera en clase Ignacio Irigoyen levantó la mano y de seguido empezó diciendo:

–              El general Castro pensó que Íbamos a otra cosa – y relató desde el saludo hasta el final. Luego dijo, como para dar más énfasis, la forma tan receptiva que demostró todo un señor general producto genuino de la Revolución; y agregó: -Aquí a Pepe no sé de dónde se le ocurrió que ya habíamos discutido lo de uno o dos programas por semana en la radiodifusora de don Ramiro en la estación XEFI que está en el Teatro de los Héroes.

Don Luís, un muy calmado que había aprendido a variar la didáctica de tantos años de estudio y utilizar las bases de lo que aprendió y practicó en esgrima’. «Sí la aprietas se muere y si aflojas la mano, se va», así como el florete debe estar muy bien afianzado para que sirva de ataque y defensa; dirigiéndose a quien había actuado de orador, le dijo:

¿Pepe, explícanos a todos cómo estuvo esa idea?

El joven alumno comenzó diciendo:

-Ya al entrar al despacho y ver la personalidad de todo un hombre de armas y sabiendo de su alto rango, impone su firmeza y su persona con el uniforme y la presencia. Igual que con usted, no es lo mismo verlo vestido de civil y dando clases que cuando trae su uniforme blanco o el dé militar.

Entonces vemos el otro yo de nuestro consejero y amigo, «allí está el que nos ayudará en la tribulación de una enfermedad». Eso me pasó con el general Castro; ya al estar allí y ser yo el que hablaba, me pareció tan apenitas lo que levábamos de nuestro ofrecimiento y también se me hizo muy humildito. Lamentaba no llevar algo más y en eso me acordé del programa que pasan con las canciones de moda y se me ocurrió un programa literario- musical, pero en lugar de literario hacerlo sólo con referencias a la expropiación. Como todo fue tan natural y yo me fijé en la cara de algunos de los compañeros que me quedaban enfrente, pues en lugar de sorprenderse decían sí con la cabeza, eso me dio más bríos, hasta que el general prácticamente me interrumpió y es lo que ya dijo Irigoyen.

El maestro, cuando expresaba de manera repetida «bien, bien» es que ya era un éxito lo que decía en clase el alumno y en esta ocasión lo volvió a repetir como si estuvieran en la cátedra, para luego señalar el derrotero de las acciones a seguir: Primero no descuiden sus clases, segundo, divídanse el trabajo para que en cuatro grupos hagan los primeros cuatro programas y ustedes, Nacho y Pepe, vayan con Francisco Ernesto Duran o con el señor José Ángel Mora y si no tienen buenos resultados con ellos, entonces me dicen y yo hablo con Ramiro. Pero sólo para decirle que los reciba y que se los encargo; no necesito pedir el favor ya que de eso estoy seguro. Lleven una carta del «Circulo Fraternal» del Instituto y yo le dictaré una más a Bertita y que la firme el profesor Gómez. Verán que con eso tendremos éxito. ¡Ah! y una copia al carbón para el oficial de partes de la zona, para informar al general y sienta que no fueron sólo para hacer bola y quitar el tiempo.

–              Muy interesante -dijo el matador – pero ahora diga: ¿Cómo les fue a los jóvenes con los programas?

–              La explicación de lo hecho por el gobierno federal no tuvo problema. Las palabras de los muchachos son fáciles de entender y allí hubo poesía y buenos poetas; no faltó quien de las damitas tocara el violín, el jovencito Irigoyen toca el piano y canta. Los muchachos lograron su objetivo. La estación ofreció variedad en sus programas y de todo se informaba en la oficialía de partes. En respuesta, el general invitaba al alumno Miller a los actos oficiales y para ello mandaba un oficial a la casa de la familia y esto, visto con otra idea, para un joven mozo, es un honor y el jefe de la zona aprovechaba para oír de viva voz, lo que hacían los jóvenes.