Travesuras de los 60’s

Por : Yolanda Joannis Fierro

Periódico impreso de la Tercera Edad

Abril/2012

 

 

Travesuras de los 60’s

¿Se acuerda de aquellas persecuciones que hacían algunos profesores de los estudiantes que se iban de “pinta», aquellos compañeros que delataban gustosos las travesuras de sus amigos?

Ahora con mis años, recuerdo las carreras aquellas contra algunos de mis primos o de mi hermano, que simplemente decidían irse al cine y no ir a la escuela.

Cuando se descubría la maniobra y mis padres se enteraban de ella, por supuesto, castigaban al faltista y, obviamente el castigo más severo era impedirle a ir al cine durante dos o tres semanas. Aquello era devastador.

Imagínese dejar de disfrutar las canciones de Angélica María o de Alberto Vázquez o de Manolo Muñoz, Rocío Durcal, Enrique Guzmán y de aquel infinito número de cantantes juveniles, que participaban en las películas que nosotros, en nuestro tiempo, disfrutábamos.

Eran otros tiempos: La maldad mayor de los “más; audaces” era dejar de ir a la escuela y meterse al cine. Aun los más “adelantados” se fumarían algún cigarrillo que les invitaba el rico del grupo.

Aquellas eran las travesuras y por las que recibían un castigo cuando los profesores de algunas de las escuelas, iban a los cines a buscar a los que “andaban de pinta”.

Y se iba al cine, porque no había nada que hacer.Porque las películas, eran cursis y muy simples, relacionadas en muchos de los casos en que la heroína estaba internada en un convento y hasta allí iba el galán a frustrarle su vocación religiosa. Era el tema más socorrido y claro, se adornaban con veinte canciones que hacían estremecer al público juvenil.

Pero esto no era solo de los jóvenes de nuestros; tiempos. Muchos años antes, la misma escena la plasmaban Jorge Negrete y María Elena Márquez y el tercero en discordia era Antonio Badú. Aquel argumento se repitió años más tarde con otros actores, pero el fin, fue el mismo.

Ahora proponerle a mi nieto una tarde de cine, corro el riesgo que me la rechace. Le ofrezco una caja de palomitas, refresco, etc. etc., y acepto que él me lleve a la sala que mejor que a él le gusta, que generalmente se í relaciona con una guerra espacial y donde los héroes se desplazan en naves súper rápidas que mi capacidad de asombro no alcanza a digeriría. Pero, es el gusto de mi nieto y yo, por supuesto tengo que aguantarme.

Todo esto lo relato, para recordarle a quienes me leen que las costumbres se repiten y para la simpleza de nuestro tiempo ahora son historias más sofisticadas.

Estoy consciente que los juegos que antes nos entretenían, ahora ni a un muchacho de 6 años le gustan, son diferentes los gustos y los juguetes, como lo fue la cursilería (ahora la vemos así) que en nuestro tiempo nos hizo vibrar…