Abastecían a Ávalos desde Chihuahua

Recopilación de las notas más relevantes del Periódico Impreso Tercera Edad que circuló por mas de 20 años

 

Abastecían a Ávalos desde Chihuahua

  • La ASARCO enviaba a E.U.A. cadmio y uranio en furgones cada mes
  • Don Gregorio Ordaz, Don Victoriano y Larida amenizaban las Fiestas

Por: Alejandro Pérez de los Santos

Periódico Tercera Edad del año 2004

 

Y, el floreciente comercio del lugar era abastecido por mayoristas de Chihuahua, como Don Erasmo y don Leopoldo Mares, (papás o abuelitos de la gente que actualmente maneja Futurama y Al Súper), que estaba muy cerca de la gente de Ávalos por su diligencia y honradez; Don Simón Gilí; Don Arturo y Don Ricardo Wisbrun, el señor Rivero Mier y en muebles y ropa, los pedidos se hacían a la Feria, de don Jesús Legarreta, a la Ninfa; de Don Elias Saad; aNordwald, de la Estrella; a Gonter, desde luego que también a Don Lázaro Villarreal, gran amigo de los mineros; las sodas eran de La Eureka; de los Stege de La Unión; y las herramientas de Krakauer, Myers y los funerales de La Mexicana o de la Cineraria, que tenían muy cucas carrozas blancas para los angelitos, negras para los adultos o grises para las señoritas, con unos angelitos atrás del pescante donde iba el cochero, pues eran de caballitos.

Mucho se había dicho que los suelos de Ávalos están contaminados de plomo, ya que la ASARCO enviaba a los Estados Unidos uno o dos furgones mensuales cargados de cadmio, petchblenda o uranio, que se sacaba de la “casa de los sacos” ósea donde se filtraban los metales.

En la escuela Artículo 123 nunca ocurría nada, yo la conocí cuando era director el profesor Guillermo Galindo, después fue el profesor Federico Arciniega, luego, doña Antonia Norte de Delgado, más tarde Raquelito Tadá y de los maestros Juanita Martínez, Hilaria Terrazas, Carmen Zulueta, la señora Sifuentes, el profesor Procopio Silva, Consuelito Roa Touché, don Hipólito Vela; Locha, la maestra de canto, con un lunar muy curioso en medio de la frente, Rita Zárate, las hermanitas Terrazas, Carmen Escápite, etc, etc.

El sindicato, primero eran tres, el de Artesanos Unidos, el de Electricistas y el Mutualista, que se fundieron en uno sólo al crearse la sección 10 del Sindicato Minero Metalúrgico, mientras que los obreros del molino de concentración que pertenecía Potosí Mining Co. crearon la sección 128 subsidiaria de la Similar de Santa Eulalia, cuatro sindicados y era poco para los más de tres mil obreros que trabajaban aquí.

La Clínica Obrera fue creada en tiempos del gobernador Talamantes, quien puso la primera piedra, antes las familias eran atendidas médicamente en el hospital de la empresa por el doctor Gutiérrez, al crearse la clínica de la cuadra catorce los primeros médicos fueron el doctor Arturo Rico, Lea Rodríguez y Grajeda. Luego hubo otros más, como el dentista doctor Jaén. El poblado, independiente, contaba con una centralita telefónica, letrinas y baños comunales, más tarde los hubo domiciliarios y sus festejos, que dirigía don Perfecto Reyes, jefe de la Junta Patriótica, eran de verse.

En el jardín se celebraban de vez en cuando tardeadas o bailes por la noche, casi siempre amenizadas por el conjunto llevado de Chihuahua, de Don Gorgonio Ordaz, don Victoriano que tocaba el contrabajo, Larita, que ejecutaba una guitarra y algunos otros músicos contratados en la calle Aldama. Lo sabroso eran los tacos y enchiladas que algunas señoras vendían y cuyo aroma verdaderamente después de estar en los olfatos de todo el mundo subía al cielo.

Y, hablando del cielo, era figura familiar en Avalos el avioncito que volaba y volaba y siempre caía, por el “tanque”, por “las quintas” o por “los trochiles”, era “La Chancla” que cuando iba por el firmamento, (por el espacio sideral, diremos ahora), los chicos le gritaban “tira papeles”.

Sin embargo también caían hasta aviones de los Estados Unidos, como uno que aterrizó por el rumbo de La Concordia, y del que bajó el piloto preguntando si ya estaba en Okinawa (andaba todavía con la resaca de una borrachera tremenda). Y el avión que se estrelló en las sierritas de Santa Eulalia y que casi todo el mundo miró, y el que se estrelló también, por el rumbo del Cerro Grande, accidente en que lamentablemente pereció el señor Oto Stegue.

Recuerdo también a la familia Amaro, a los Carrillo, de la cual Doña Helenita tenía un salón de parvulitos, en la cual estuvieron “el Cucurucho” Martínez y Juanito Mata, que posteriormente se hizo sacerdote y a quien recordamos con cariño, pues era el organista de la Parroquia de San José a sus doce años, y dirigía el coro en que cantaba Esthercita Ruelas, la señora Soto, Pina Carrillo, Josefita Peñalosa, Esthercita Venzor, María Aguilar, Leonor Peñalosa, Lupita Muñiz, Lupe Cervantes y otras chicas más.

También vaya un recuerdo para la familia Cereceres, los Chávez con su jefe Don Rogelio, los Frías, los Galindo, cuyo jefe era el encargado de la sanidad de la población poniendo desinfectantes por todos lados, don Pancho y don Maximino, que eran los bañeros, los Mares de don Mariano, mayordomo de Hornos; los Ibarra, de la cuadra 6, los Kendel, los Lechuga, los Muñoz, los Oropeza, los Oronoz, los Rosales, los Rascón, los Bremer, los Hatch, los Lowemberg, los Navarro cuyo jefe era el ingeniero; los Alvarado, también del ingeniero del mismo nombre, los Andreani, hijos de Don Domingo, si alguien se me ha escapado pido mil perdones, pues ya mi memoria setentona no es como cuando tenía 15 años. Recuerdo a doña María mata, la enfermera y partera non, pues no había niño o jovencito que no fuera su hijo de primera luz.