Conaculta.-Dos espectáculos cuyo eje es el homenaje a la libertad engalanaron el primer día de actividades del 41 Festival Internacional Cervantino: la ópera de culto de Viktor Ullman, El Emperador de la Atlántida, en el Teatro Cervantes y el concierto inaugural del cantautor uruguayo Rubén Rada, Solo candombe, en la Alhóndiga de Granaditas.
Con las calles colmadas de visitantes de varios países, los espectáculos al aire libre y las interpretaciones de diversas estudiantinas, el festival inició con un ambiente festivo que fue enmarcado primeramente por la presentación en el Teatro Juárez de la ópera El Emperador de la Atlántida, con la dirección de escena de Hugo Hiriart y la música del Ensamble Iberoamericano, dirigido por Juan Carlos Lomónaco.
Jorge Volpi, director del Festival Internacional Cervantino, fue el encargado de abrir las charlas previas a los espectáculos, las cuales ofrecen al público un marco histórico sobre el proceso de creación de los espectáculos, sus autores, así como el contexto social al que se enfrentaron en su tiempo.
Sobre Viktor Ullman, quien escribió esta obra en el campo de concentración nazi de Terezín, Volpi lo calificó como un autor excepcional que aún en la adversidad pudo conservar su creatividad, e incluso, antes de ser trasladado al segundo campo donde fue asesinado, veló por la permanencia de su obra entregándola al bibliotecario del complejo donde estuvo cautivo.
“Para fingir normalidad en esos campos de concentración se exigía a los judíos realizar actividades artísticas como obras de teatro y conciertos, fue en ese ambiente donde Viktor Ullman realizó varias composiciones, algunas de ellas notables”.
Explicó que Viktor Ullman tenía una carrera musical importante antes de la guerra, pero además tenía muchos intereses, entre éstos la teosofía, aspecto que se refleja en su obra colmada de simbolismos.
El público reunido en el Teatro Cervantes disfrutó de las voces de José Adán Pérez, en el papel del Emperador; Enrique Ángeles, como la Muerte; Irasema Terrazas, interpretando al Arlequín y Alan Pingarrón, en el papel del soldado.
Destacó también la calidad interpretativa del Ensamble Iberoamericano, que tuvo en los violines a la bella Shari Mason y Bogdan Budziszewski, César Martínez en el violonchelo, Alejandro Vázquez en la flauta y Carlos Salmerón en el piano.
Sobre la suerte de Viktor Ullman, la charla introductoria ilustró como un oficial nazi presenció el ensayo y al terminar le pidió a Ullman que lo acompañara. Fue deportado y murió el 16 de octubre de 1944 en la cámara de gas de Auschwitz .
Más tarde, en la Alhóndiga de Granaditas, Rubén Rada abrió su concierto con una canción dedicada a Diafra, seguida de una improvisación introductoria de Un mundo raro, de José Alfredo Jiménez.
“Estoy muy contento de estar presente en este, uno de los festivales más importantes del mundo. Muchas de mis canciones hablan de la libertad que es uno de los temas principales de este año en el Cervantino. Me tocó la época de los setenta en Uruguay, cuando toda la juventud buscaba tener su propia voz”, refirió el cantautor.
Durante el concierto, Rada deleitó al público a acompañarlo con sus palmas y a cantar algunas estrofas de sus canciones, como en el caso de Robin Hood, que recibió los coros de aproximadamente 3 mil personas congregadas en la Alhóndga.
El concierto cerró con otros clásicos del candombe uruguayo como Ayer te ví, Chacha Muchacha y El mundo entero, que animó a muchas personas del público a bailar y entonar sus letras, en una velada que fue coronada por los lejanos fuegos artificiales que adornaron el cielo nocturno de Guanajuato.