La computadora desplazó a la máquina de escribir

Recopilación de las notas más relevantes del Periódico Impreso Tercera Edad que circuló por mas de 20 años

 

La computadora desplazó a la máquina de escribir

*             Quedan solo dos o tres talleres para reparar las maquinas

*             La velocidad y limpieza de las alumnas del Palmore y del América

*             Aquellas famosas Remington, Olivetti y Olimpia

 

Periódico Tercera Edad del año 2011

¿Se acuerda de aquellas Remington… o de las Olivetti? ¿Aquellos artefactos que adornaban todas las oficinas a las que acudíamos?…

Pues bien, si aún conserva una de aquellas maravillosas máquinas de escribir, difícilmente podrá mandarla reparar, simplemente porque aquel viejo oficio desaparece prácticamente de la ciudad.

¿Se acuerda de aquellos reparadores de máquinas, de la calle Aldama? 0 de la Ojinaga, cerca del Teatro de la Ciudad. Pues, si, efectivamente son dos lugares donde pudiera encontrar quien le repare su máquina porque son de los pocos talleres que aún quedan en la ciudad.

La reparación de las máquinas de escribir era una de las actividades más solicitada a finales del siglo pasado. Los maestros mecánicos se daban el lujo de seleccionar a sus clientes e imponer sus propias reglas.

Ahora, la computadora desplazó por completo la máquina de escribir y todo aquel señorío, desapareció como una de las actividades más comunes. Ahora quedaran dos o tres talleres, pero nada más. En aquel entonces, las fallas de las máquinas eran frecuentes porque las cintas se atoraban y “el carro” se gastaba de tanto uso. Le recomendaban de inmediato un cambio de cinta y sobre el carro, pues a buscar uno nuevo para eliminar el rallado derivado del exceso del uso.

¿Y qué me dice de aquellas máquinas “Rémington” que se utilizaban en las escuelas comerciales? A las pobres niñas, las obligaban a tenerla que cargar y llevarla a la escuela para la clase de taquimecanografía. Aquellos aparatos eran horribles, incómodos… pero baratos y livianos o por lo menos, menos pesados que las máquinas de oficina.

Y así transcurría la educación de las jovencitas en las escuelas comerciales. Las obligaban a que se cubrieran el teclado con una especie de mantel, para que pudieran trabajar pulsando el teclado y memorizarlo.

Y vaya que salían con una velocidad envidiable y utilizaban todos los dedos de las manos, como Dios manda.

Hubo algunos jóvenes, de velocidad verdaderamente notable, para quienes la máquina de escribir manual, les resultaba insuficiente para su velocidad. Tenían que bajarle porque el artefacto aquel les resultaba muy lento.

En los juzgados penales, donde las secretarias reciban el dictado al mismo tiempo que el acusado rendía su declaración. Lo mismo ocurría en la Delegación de Investigaciones Previas o de las mismas oficinas policiacas donde la destreza era tal, que el trabajo de los taquimecanógrafos, era perfecto, por su gran velocidad y limpieza.

En las redacciones de los periódicos, la cosa era diferente. Ahí los periodistas, utilizaban solo dos dedos para trabajar y aun cuando lo hicieran a gran velocidad, nunca se igualaban a los alumnos del Palmore o del América, por su limpieza y velocidad.

Así podríamos contar la historia de las máquinas de escribir que adornaban las oficinas y a las bellas mujeres que las hacían trabajar

Pues de aquel oficio tan socorrido en nuestra ciudad, los maestros mecánicos se convirtieron en una “pieza de museo” por culpa de las computadoras. Los escasos talleres que aún quedan, tienen su vida contada por la falta de clientela.

Ahora una flamante máquina “Olimpia”, ¿Se acuerda de ellas, blancas con azul?, se consigue en unos trescientos o cuatrocientos pesos. Las solicita solo los adultos mayores que reconocen su gran valía… .porque para los jóvenes, “son dinosaurios inservibles”.